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Los residuos que no se gestionan correctamente suponen una pérdida de recursos para toda la sociedad. Y esto, en el caso de los RAEE y pilas, conlleva una responsabilidad aún mayor. Ambos flujos de residuos incluyen materiales escasos y valorizables que, de no recuperarse, deben extraerse directamente del suelo, una labor que exige un consumo energético hasta un 80% superior al que tiene reciclarlos.

Además, en algunos casos, incluyen sustancias que, de no reciclarse correctamente, pueden ser dañinas para el medio ambiente. Finalmente, en el caso de los RAEE, algunos dispositivos y componentes pueden reutilizarse para usos menos intensivos, como por ejemplo en el ámbito asistencial o educativo, una opción que ayuda además a reducir la brecha digital.

Y en este ámbito es donde cobra valor el papel de los consumidores, que son uno de los eslabones más importantes de la cadena del reciclaje. Si los usuarios finales no depositan el residuo en los lugares habilitados para ello, la cadena se rompe, ya que la clave para el trabajo de SCRAP, Gestores de residuos y Administraciones públicas es lograr acceder al residuo.